WARREN BUFFETT SE VA, Y NOS DEJA UN IMPERIO COSIDO A MANO CON BILLETES

Texto impreso en papel barato, tachaduras visibles, borde quemado. Así se siente el fin de la era Buffett. A los 94 palos, el viejo zorro del capitalismo de rostro amable cuelga los guantes. No es poca cosa: se retira dejando una rentabilidad del 20% anual desde 1964. Sí, veinte por ciento cada maldito año. ¿creen que es suerte? No. Técnica. Visión. Y un sistema montado con engranajes oxidados pero precisos.

Empezó con una fábrica textil moribunda llamada Berkshire Hathaway (la textil murió, pero él se quedó con la carcasa y la llenó de oro). Compró acciones cuando todo el mundo salía corriendo, apostó por empresas que otros veían muertas. Geico, American Express, The Washington Post… cada ficha colocada a mano, como un parche bien cosido a la chupa.

Y Coca-Cola… ¡ah, Coca-Cola! Un monumento al azúcar y al branding que el tipo convirtió en su mina personal tras el lunes negro del ‘87. ¿Por qué? Porque le gustaba tomarla. Más punk de lo que parece.

¿Se equivocó? Claro. Berkshire como textil fue un desastre, y tuvo resbalones con Salomon Brothers y USAir. Pero hasta en eso fue honesto: lo admitió. Sin maquillaje. Sin excusas.

Ya más viejo, cuando todos los gurús se derretían ante Silicon Valley, apostó por Apple. No por su tecnología, sino porque la gente la amaba como a una camiseta vieja que no puedes tirar. Resultado: 120.000 millones de dólares. Como pegar una calcomanía y que se convierta en oro.

Hoy su legado pasa a Greg Abel, pero el eco de su filosofía sigue resonando como un bajo distorsionado en una sala vacía. Nada de florituras. Solo lógica, cabeza fría y hacer lo que otros no se atreven.

“No dejaré de invertir solo para que Greg se vea bien”, dijo. Tan simple como una línea de fanzine mal fotocopiada.

Buffett se va. El sistema sigue. Pero algunos todavía aprendemos a construir con retazos. Y eso también es resistencia.

Se va el genio que ve convertir la paja en oro y con ello se lleva grandes lecciones del mundo de la inversión.


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